martes, 1 de diciembre de 2015

COLUMNA DE OPINIÓN: ¿CELULARES O GENTE INTELIGENTE?



Daniel Zevallos Francia
Son las 6:30 a.m. y estoy en la combi rumbo a la oficina. El vehículo va lleno, como siempre, con gente camino al trabajo. El 90% va mirando una pantalla sus teléfonos inteligentes.
Desde que su uso se extendiera a principios de esta década, los celulares y sus Apps se han convertido en aliados indispensables de la humanidad.
Es fácil argumentar que estos dispositivos nos mantienen mejor informados y más comunicados. Se puede acceder a correos electrónicos, mensajes privados, video llamadas, noticias, ubicarse mediante los mapas y redes sociales en un instante.
Se puede trabajar en forma remota, colaborar con otros en lugares distantes y tener al mundo en la comodidad de la mano.
Pero recientemente una serie de estudios y columnas de opinión (algunas de ellas escritas en el mundo tecnológico) están llamando la atención sobre los riesgos de estar todo el día pegados a este artefacto.
Me refiero a preocupaciones sobre las repercusiones en nuestras relaciones sociales y nuestra productividad, no a la llamada adicción, que es otro tema y nada tiene que ver con la tecnología.
En lo que a nuestro papel como animales sociales se refiere, nadie puede negar que cada vez que estamos en una reunión, cena con amigos o comida en familia, suele ser común que más de uno de los participantes esté mirando constantemente la pantalla de su teléfono.
Esa mania por no dejar el teléfono parece venir de la idea de que podemos quedar fuera de la conversación la "virtual, no la que esta ocurriendo en ese momento o perder un mensaje importante. Ocurre cada vez con más frecuencia porque estos dispositivos se han convertido en una extensión “aceptable” de nuestra persona. 
Un estudio de la Universidad de Stanford encontró que para casi el 70% de los entrevistados  era más fácil olvidar su cartera en casa que su teléfono Inteligente. Otro estudio, esta vez efectuado por Google, encontró que 89% de su muestra usaba su teléfono inteligente para “mantenerse conectado” a través de redes sociales y correos electrónicos.
Otros estudios han apuntado al hecho de que el mirar una pantalla de un dispositivo móvil  afecta la calidad del sueño. Pero más allá de las respuestas  tecnológicas  hay quienes creen que los riesgos sociales de usar teléfonos inteligentes en forma permanente son altos. Para algunos, estos crean un déficit de atención que implica que el mirar constantemente un teléfono celular, nos impida concentrarnos en otras labores.
Quienes apuntan a estos desafíos dicen que tener tanta información y tantos mensajes a la mano provoca que las personas se concentren menos y traten de hacer múltiples tareas al mismo tiempo, reduciendo así la calidad y la concentración en cada una.
El estar recibiendo correos electrónicos y tuits camino a una cena social, por ejemplo, hará que estamos pensando en esa información en lugar de concentrarnos en el mundo real.
Es claro que la aceptación oficial de los dispositivos móviles como extensión de nuestra humanidad trae consigo enormes desafíos. Algunos son sociales, otros de productividad y algunos más de recuerdos y memorias. Ahora la gente no vive el momento, lo captura en una fotografía que revive después.
Pero quizá todo esto sea parte de la evolución humana, o quizá no; pero bueno No dejen que los teléfonos los controlen, sean ustedes quienes los controlen. Y sin nada más que decir me despido, porque se me acaban los megas.


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